Monday, November 06, 2006

SUITE


La palabra escrita es más ley que canto, es más fórmula y método que ensoñación y metafísica. La voz es más compañía por la melodía que sentido y significado... la voz fue música, poesía y seducción, ensoñación, magia e imaginación.
La resultante de la comunicación hablada es caliente y expansiva... en cambio lo escito es reflexivo, vuelve siempre sobre sí mismo y cancela e inhibe toda emergente tangencial, toda fuerza que quiera dispararse más allá es obligada a ordenarse en línea con el texto.

En cambio la voz provoca, empuja y nos arrima al abismo envueltos en el vértigo, embriagados, más confundidos que convencidos, náufragos de palabra en palabra, tejiendo el cielo tramando entre estrella y estrellla sin destino fijo.

Lo hablado no tiene punto final, a lo sumo puntos suspensivos que esperan la próxima palabra arrojada desde la ansiedad presente.
Durante lo hablado cada palabra abre una brecha en la superficie de la representación significativa "apostándonos" (en su doble sentido: colocados y puestos en juego, arriesgados) al borde del abismo, más sensual que significativo, más "sentido" que racional.
La palabra hablada da de una vez un acento, un tono, una melodía, una dramatización del cuerpo... una semántica que desborda al mero significado lineal y sucesivo de la palabra escrita, ordenada y secuencial, fría y articulada (pecisión, exactitud, racionalidad y lo mudo versus el sonido, la indeterminación y la sensualidad)

Gesto y cuerpo no pueden quedar reducidos a una ejecución mecánica, no sabemos muy bien si la palabra escrita, la tecnología, viniendo a sustituir lo hablado, no tiene además la preterintención de tergiversar el mensaje.

La palabra hablada es metafórica porque su significado está sostenido en otro lado, en lo real... la palabra escrita en cambio, se sostiene en otro significante, en otro representante, en una secuencia sin fin... El sentido de la palabra hablada está sostenida por el gesto, por el cuerpo, asume significados figurados y espirituales que le son impuestos por la vida que expone la voz: el cuerpo, el gesto, las emociones que entonan y dan brillo... La palabra escrita es opaca, su finalidad es recortar toda dispersión semántica, recortar los ángulos aberrantes para arrojar un resultado inequívoco, ajustado...lo más parecido a la verdad es lo más alejado a lo indeterminado.

Lo escrito ha tomado el disfraz de lo hablado, sólo un aspecto, reduciendo el caudal poético de la palabra a una certeza semántica.
La palabra hablada no es sólo significación, no es sólo representación, es evocación de toda una experiencia física y natural, en lugar del artificio tecnologico de lo escrito, es primero la voz y solo luego en un reduccionismo algo brutal y muy pobre, la precisión del algún significado. La palabra escrita ha posibilitado el intercambio, por eso quizás algunos entiendan que el alfabeto sea una invencion conveniente a la economia, al comercio, instrumento y mercancia en si misma: poner en circulación un signo cargado de valor, única manera del intercambio, trasformando la comunicacion original en un intercambio de valores.

La poesía tiene más que ver con estímulos matemático/musicales cultivados en la sensualidad, que con las significaciones denotativas de los significantes escritos.La voz es un campo minado que en lugar de denotar, detona con cada sonido.

Y ahora que escribo esto suena la sirena de los bomberos y se acoplan las perras entonando un aullido que amenaza con convertirse en una rapsodia en blue... o el canto de los pajaros, o el relincho del padrillo lllamando a una yegua en celo, la voz es una gata en celo que hay noches que parece el llanto de un bebé y noches que parece una guitarra angustiada en claves de rock and blues.. Las voces son las vocales guturales acentuadas según la pasión antes de licuarse en el siseo suave de las consonantes.

Esta es la historia de dejar de ser mago para volverse sabio, abandonar la naturaleza para inscribirse por signos en alguna supericie. Ya no símbolos herméticos ni jeroglíficos, sólo tecnicismos, tecnología insensata que inaugura el lenguaje formal y universal, la ley y lo social.

En el trazo de la letra, en su diseño, nada alude a lo desconocido, en cambio todo remite al código definido del conocimiento. El conocimiento expresado con la tecnología de la escritura es la estrategia primera de sujeción. Enajenación y licuación de la pasión, lo aludido eludido.

La caligrafía se adhiere a la piel de lo inefable hasta opacarlo y envolverlo para vestirlo como si de una materia densa se tratara.
Cuando lo escrito ocupa el lugar aludido se cierra el ciclo dinámico de la pasión; obturación y clausura, economía cerrada. Ya no hay inquietud, el saber tranquiliza y homogeiniza, mientras el grito gutural (cultural) se diluye mansamente; ya no hay necesidad, hay satisfacción y saneamiento, magia de los simbolos escriturales que vienen a conjurar el vértigo: definir una estabilidad de acuerdo al orden textual, de acuerdo a la ley, una definicion universal y general.

Lo escrito vendrá a reemplazar toda memoria, lo escrito es la enajenación de la memoria individual en favor de una forma social y colectiva: Uniformidad y homogeneidad de la interpretación.. ya no hay inflexiones particulares que enriquezcan el canto, lo narrado se vuelve documento.

La huella némica que diera carácter a la voz, al canto, es suturada, rellenada con palabras claras y precisas, que se anotan sobre alguna superficie. Ya entonces se evita la inscripción en la memoria, ya no se talla, no hay escultura, en su lugar se escribe un único libro enciclopedia, historia, todo alineado y siguiendo el estricto orden de la secuencia: una despues de otra, ya nunca más todo de un solo golpe.
La voz,la palabra, lo escrito... ya nada opera sin su identidad. Se escribe el símbolo o se dibuja el signo, y al mismo tiempo se enmudece el sonido.

Cuando digo caballo ya digo todos los caballos (en el nombre de la rosa... Borges dixit) una generalidad que vela mi propia memoria o experiencia. Debo recrear mi sentimiento apelando a nuevas palabras que nuevamente producirán el mismo desplazamiento, aludiendo solo a una generalidad, abstracta, estrictamente ajena, por eso en el lenguaje me enajeno,a punto de no hallar nunca la identidad de mi relato. Se traslada, se corre, se desplaza a la vez que representa por abstracciones generales, groseras clasificaciones que distribuyen lo real para procesarlo parcialmente, por parcialidades vacías de contenidos específicos y personales, repletas de un significado universal y ecuménico, más humano que lo humano, lo social.

El álgebra del alfabeto simplifica las ecuaciones reduciendo las incógnitas a lo racionalmente procesable, estrechando a su vez las variables que no puedan quedar sujetas a una constante también racional. La eficiencia algebraica está dada por ignorar y tachar tanto como sea necesario, (para poder arrojar un resultado racional), todo aquello que perturba la integridad del resultado,todo aquello que en los confines del significado denuncia la formas aberrantes.

Son tantas las variables que se hace imposible asignarles un valor racional a cada una...son tantas estrellas que es imposible no dibujar otra cosa que una gran tachadura; sólo descartando, dejando a un lado, se puede afinar un trazo que nos devuelva el sosiego de cierta imagen despejada. De otro modo, la inestabilidad del barrido de la mirada es como una cámara sin obturador, sobreexpuesta o deslizada sin fin, estirando los márgenes hasta el infinito.

El álgebra apunta a un lenguaje universal, a un lenguaje científico, universal, capaz de calcular, de intercambiar y su ideal es la sustitución de toda vocal, de toda inflexión o acento singular. Fórmulas y teoremas que aluden a una formalidad trascendente.
La tecnología y el medio son el mensaje ¿Con la escritura, remedando la costumbre atávica del hablar, qué mensaje emitimos ? El mensaje "trascendente", la ley, lo social, un entramado simbólico, la red en la que atraparnos y sujetarnos. Sujetar al que ya no es apasionado sino que aparece en escena institucionalizado como una usina que dispone de la energía que genera, al servicio de la tecnología. El hombre ya no se habla más, no habla más de sí mismo, es el imperio del otro y de la ajenidad impersonal,del sujeto y objeto de la ley.

Los "mensajes de texto" escandalizan por las torsiones que le imponen a la ortografía y a la gramática, pero hasta dónde esto representa un orden desobedecido y no se trata del destino algebraico de una escritura sin vocales? Un lenguaje sólo consonántico, impronunciable,el lenguaje de las ciencias, hecho solo para calcular; álgebra y economía, el valor de uso cediendo al valor de cambio, en última instancia, la voz política y socialmente representada en lo escrito según su valor como mercancía. Aquella compulsión por adquirir "memorias" digitales se explicaría así como la compulsión por atesorar el valor de los signos... gesto definitivamente burgués.


No se me ocurre ninguna buena razón para que ustedes lean esto. No es el caso que yo crea que hay algo que valga la pena ser dicho y consecuentemente leído.
Pero igualmente persiste una tímida voluntad que brega por poner en circulación una serie de grafismos,más como una compulsión dactilográfica que como una idea o pensamiento.

Quizás sea simplemente el caso de quien domina ludicamente una tecnología, y como si de un mecano se tratase, intenta armar un conjunto articulado y armonioso de tornillos y latas... prototipos esquemáticos que sólo remedan y dan salida a la impulsiva manía de manipular herramientas: un afán creativo e ingenioso, o aún de mera práctica o entrenamiento, pero sin duda sin ninguna otra intención que agotarse en sí mismo, aunque alguna fantasía lo arrobe mientras dura.

Un resultado torpe y grosero,como la mejor construccion de aquel mecano, que en si mismo lleva toda la gloria de la obra realizada, del modelo copiado, pero no hace más que operar sobre una superficie que hace de velo.

Será esto lo que en suma denominan "comunicación"? Un procedimiento, método, sistema y representación que de lo vano de sus componentes hace un simulacro que alude a un ausente, no solo para siempre desaparecido, sino especificamente burlado e ignorado.

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