Sunday, April 04, 2010

Una reflexión pascual
Salta a la vista una comparación espontánea entre Sócrates y Jesús sentenciados por la justicia del hombre. La reflexión intuitiva nos propone la certeza evidente del error humano procediendo, con sentencias irremediables, a ejecutar hombres sabios y justos. Sin embargo la analogía no es completa porque como veremos la actitud ética y política de Sócrates no es la misma que la de Jesús.

En el Critón, Platón relata la discusión que sostiene Sócrates para negarse a aceptar la ayuda que se le ofrece para escapar y salvar su vida. Su argumento es que si salva su vida escapando de la ley ateniense estaría en un error, el error de negar la ley que ha sido lo que durante toda su vida ha pretendido defender: para Sócrates la ley del hombre está por encima de su propia vida. Siendo la ley la máxima expresión de la razón, nada puede estar por encima.

No es el caso de Jesús, que se somete a la ley del hombre como sacrificio, para denunciarla como un error y poner por encima la ley del padre con toda la autoridad necesaria para cuestionar e impugnar la terrenal.

El mandato iluminista, “obedece así podrás razonar tanto como quieras”, está presente en la ética socrática, contrariamente al ejemplo de Jesús que procura poner en entredicho la posibilidad que la ley humana sea todo lo justa que se pretende: el hombre no será libre bajo la tutela de la ley terrena, deberá mantener un estado de objeción de conciencia inquebrantable frente a dicha justicia que no es garantía de emancipación.

Jesús parece encarnar una crítica postmoderna avant la lettre, presenta una clara denuncia contra los monstruos de la razón y justifica el ejercicio de la crítica en legítima defensa.

Así las cosas, el argumento cristiano acaba siendo diametralmente opuesto al socrático, uno y otro se inmolan por razones diferentes, uno a favor de la ley humana otro en flagrante subversión. Aún queda por dilucidar si todos los actos deben ser judiciables por la ley del hombre o por la ley del padre, o si hay un ámbito de libertad que es trascendente a la ley, si la libertad es únicamente tributaria de la ética o si la ética y la política son ellas las subsidiarias de la libertad.

La discusión no debería quedar ingenuamente trabada en torno de la opción por una ley u otra, la libertad bien entendida no se restringe a la capacidad de decisión; la polaridad bien observada no hace más que anunciar tácitamente la existencia de un mundo que comprende las contradicciones y resulta por tanto superador.

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