Thursday, May 13, 2010

El indeterminismo de Hume
El pensamiento de Hume es abismal y por lo tanto insoportable (en el sentido que no tiene soporte). El escepticismo puede ser interpretado como nihilismo, pero como ejercicio metódico es necesario para el análisis, y una vez que expone las debilidades de los presupuestos que critica, propone el desafío de enfrentar el abismo de lo indeterminado. Hume no acepta estar obligado a optar por las polaridades que determinaron las discusiones escolásticas, considera que ambas conducen a errores.
El hombre no es un misterio ante el que fallan las teorías que no saben develarlo. Hume propone un hombre resultado de la interacción entre las afecciones y el entendimiento que se renueva incesantemente después de cada síntesis.
Preferiría considerar la teoría de Hume como un síntoma de la época. Compelido, según la impronta “científica”, a rever el contenido y los fundamentos del conocimiento escolástico tradicional, el análisis de Hume parece arribar a un extremo escéptico del que no queda exceptuado no sólo el ámbito metafísico sino la propia ciencia “newtoniana” fuertemente determinada por el principio determinista de la causalidad.
Hume llega al límite del pensamiento, uno podría decir que deja tácita la pregunta por la interdicción planteada por Parménides: que no se puede pensar el no ser. En efecto, Hume encarna un análisis dialéctico (si se quiere algo estilísticamente desordenado) que por la propia fuerza del análisis deja sin fundamento tanto a la ciencia como a la metafísica. Al no poder resolver el problema de la inducción más que negativamente se abre la posibilidad de la creatividad conjetural e hipotética. Interpretar creativamente las relaciones implica abrirse a las combinaciones y emanciparse del condicionamiento estricto de la ley natural.
Esta es la apertura de la mente del hombre que debe arriesgar sus hipótesis interpretativas para sobreponerse al mundo con un plus de creatividad dado por la inteligencia como herramienta no de desciframiento y explicación sino de creación.
A pesar, o justamente por su vocación analítica Hume pone en crítica la teoría newtoniana; la vocación científica sumada al análisis filosófico arroja sospecha sobre la construcción determinista de la física. El racionalismo no debería conducir a ninguna necesariedad, la crítica de Hume no es irracional, por el contrario es el ejercicio de la introducción de una escisión a partir de la libertad del pensamiento.
En este sentido la conjetura no necesariamente explica el mundo; la conjetura es la elaboración de un posible: el hombre no sobrevive gracias a su entendimiento del mundo sino gracias a sus artificios, no por aproximarse a la verdad sino por concebirla y producirla inteligente y racionalmente.
Ni la ciencia ni la metafísica que tiene ante si Hume dan respuestas, una y otra conducen a errores, pero esta crítica no es la última palabra, no es el escepticismo que eventualmente pudiera conducir a algún idealismo, sino que nos obliga al próximo paso racional e inteligente.
El hábito, tanto en ciencia como en metafísica, conduce a un comportamiento irreflexivo, a un determinismo que lejos de las certezas produce errores. Sin la crítica de Hume quizás no habría ni relatividad ni física cuántica.
Hume se enfrenta a los fundamentalismos que ofrecen una explicación del mundo, no puede admitir ninguna continuidad y deja abierta la necesidad de formulación de teorías por ruptura.
El escepticismo pretende eliminar el carácter de certidumbre que el sentido común (aquella cosa que según Descartes se hallaba mejor repartida) consideraba como fundamento del conocimiento, luego certeza y conocimiento ya no son lo mismo.
Por su parte la crisis pirrónica no implica un reconocimiento de límites; el infinito no es un límite pero si probablemente una amenaza en tiempos en que se trata de imponer entre el absolutismo y la constitución de los estados formas de gobierno que constituyan bases sólidas (bien fundamentadas y deterministas) y constrictivas de la voluntad del hombre, preocupadas por establecer un orden. Y en este contexto, aún vigente, es probable que la teoría de Hume resulte disonante. De qué manera conoce el hombre es determinante para resolver la cuestión política Si el pensamiento hubiera sido verdaderamente estimulado a vencer los “límites” hubiera comprendido las implicancias del infinito no como disvalor sino como un desafío. La noción de infinito no connota límite alguno, por el contrario nos expone a un vértigo: el escepticismo no es más que la constatación de que determinado tipo de conocimiento es fallido en su pretensión de certeza pero Hume no suspende el juicio, por el contrario despliega una explícita crítica.
Para Kant, Hume es un escéptico porque no reconoce conexiones necesarias, pero justamente esta observación hará necesario pensar que dichas conexiones son impuestas por el hombre y no están solo dadas por dios o por la naturaleza. En defensa del “escepticismo” de Hume sólo reitero que dicho escepticismo no es conclusivo, sino que es aperturista. Sin dicho escepticismo es imposible hacer la crítica que ensaya Hume dejando planteada para siempre la incógnita respecto de todo determinismo. Justamente Hume despliega sus juicios como resultado sintético del juego dialéctico entre las afecciones y el entendimiento y en cierto sentido Kant se debería reconocer antes que nada deudor de estas hipótesis.
Quizás sea cierto que a Hume le faltó reconocer la necesariedad de una ciencia formal, como esquema simbolizante de la naturaleza humana, pero creo que el esfuerzo de Hume es de por sí válido para dejarle a Kant la vía allanada para pensar en ese sentido. De otra manera, ni la ciencia newtoniana ni la metafisica escolástica podían permitir, mucho menos, semejante propuesta.
En consecuencia, deberíamos considerar la imaginación como trabajo superador (superar lo dado, las afecciones, como extensión de los límites del conocimiento, el conocimiento como resultado del trabajo de la fantasía) no es una negación del conocimiento: el conocimiento existe como trabajo de la imaginación. La asociación de ideas podría ser pensada como combinatoria: el espíritu construye un lenguaje que usa como significantes las afecciones, cuyos referentes y significados no son el objeto externo, sino sus propias construcciones: la imaginación produce hipótesis y conjeturas (ideas complejas).
No hay ciencia de la naturaleza que no sea observación de sus efectos en el espíritu. Como tampoco hay ciencia posible a partir de un espíritu solipsista. El trabajo de Hume contempla esta dialéctica y denuncia el fracaso de cualquier intento unívoco. En Hume coexisten dos puntos de vista: la pasión y el entendimiento, y la crítica apunta a denunciar la imposibilidad de constituir una ciencia si no se basa en el objeto como efecto, como el resultado de la interacción entre las pasiones y el entendimiento que una vez relacionados ya no son la misma cosa. Cuál es el objeto de Hume? El hecho es aquello que constituye al sujeto cuando afirma un juicio superador de la idea, de lo dado. Sumado a que este producto no puede ser causa de ninguna afección, que no se constituye en idea, el hombre no tiene idea de si mismo, un si mismo que además es un efecto que se renueva y cambia con cada nueva síntesis.

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